Ciencia y Filosofía ¿una pareja bien avenida?

En el paradigma entre dos mundos que no se encuentran, el humanístico y el científico, hay sitio para más, para una "entente cordiale" en la que cada disciplina hace su aportación y por consecuencia, incide en la otra para mejorarla.  Tal es así, que en tiempos de la Modernidad, Francis Bacon, siendo filósofo y sin practicar la ciencia personalmente, creía que la ciencia tenía que ejercer una acción transformadora del mundo. Consideraba que el humanismo se dejaba arrastrar por doctrinas filosóficas, científicas y teológicas que se retroalimentan y no aportaban claridad mientras que la ciencia buscaba establecer conocimientos seguros y edificar nuevos consensos basados en métodos racionales. Bacon consideraba que el bienestar vendría a través del conocimiento, de la observación y de explicaciones que puedan validarse, sin aceptar lo que no puede ser probado.

 Estoy de acuerdo con él en que la ciencia ha servido para esclarecer conceptos que las Humanidades han dado por válidos por motivos ideológicos y se ve claramente que nuestra sociedad, a medida que se hace más culta, va dejando de lado la religión. Hoy en día, cuesta defender unas ideas cuando las contrarias tienen respaldo científico. 

Otra persona que se desenvolvió bien en esa dicotonomía Ciencia y Filosofía fue Olga Hahn,
matemática y filósofa austríaca nacida a finales del siglo XIX y que formó parte del llamado "Círculo de Viena", un importante movimiento científico y filosofico cuya misión era la de discutir temas científicos de manera informal pero que acabó siendo un núcleo ideológico de la filosofía de la ciencia. El movimiento abogaba por la utilización de un método común, un análisis lógico del lenguaje y de establecer una claridad en los enunciados para dar sólo por válido aquello cuyo enunciado basado en la lógica y las matemáticas pudiera contrastarse mediante experiencia objetiva.

La ceguera que le sobrevino a los 22 años no fue un impedimento para que ella destacara en sus ensayos filosóficos ni el área matemática de algebra booleana. Se casó con Otto Neurath, compañero de estudios y también miembro del Círculo. Con la llegada de los nazis al poder la agrupación tuvo que deshacerse, ya que la mayoría de sus participantes eran judíos. Entonces, la pareja se exilió en Holanda, donde Olga murió a la edad de 55 tras habérsele practicado una operación. 

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